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De por qué el perder y el controlar el sobrepeso es como aprender otro idioma (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

Igualmente sucede con la pérdida de peso: Nadie
puede garantizar el éxito
final.

Para perder el peso, para muchos, la tarea más
difícil es la de admitir que el peso fue ganado de modo
imperceptible con el transcurso del tiempo
como el niño que aprendió el nuevo idioma como si
estuviera jugando. Esta tarea, será seguida por la
realización de que todos los métodos
que usáramos en el pasado que nos auguraban la esbeltez
anhelada y con rapidez (similar a lo que pasa con métodos
que prometen enseñar idiomas "en unos días") fueron
decepcionantes y, muy a menudo, falaces.

Porque los sistemas mentales
cambian cuando deseamos incorporar nuevos elementos, hasta
entonces desconocidos, por nuestros cerebros — como
sería, en el caso de otro idioma, asignar a la palabra
"exit" el significado incongruente de representar
"salida".

Para perder de peso hay que cambiar sistemas
establecidos de creencias vanas.

Lo que hay que cambiar, como sistemas establecidos, para
perder de peso:

  • No más conteo de las calorías.
  • No más creer que las proteínas y los carbohidratos no pueden mezclarse en el
    estómago.
  • No más escuchar y tener fe en las
    charlatanerías de quienes pintan la pérdida de
    peso permanente como logro fácil y accesible a quienes
    incautamente desperdician el dinero y
    pierden su esperanza cuando deciden ir a un
    "spa".
  • No más caer en la trampa del consumo de
    comidas que se dicen que son "light" y que esconden en
    su composición las mismas cosas que dicen omitir, bajo
    nombres especiosos.
  • No más visitas al gimnasio con la esperanza de
    que una hora de ejercicios dispondrá de las libras
    acumuladas cuando celebráramos el cumpleaños de
    nuestro amigo.
  • No más consumo de cosas "sin azúcar" — que lo que más
    contienen son, azúcares en abundancia.

El aprendizaje de
otro idioma requiere la presencia de un maestro quien domine lo
que enseña. Acerca de esto hay que admitir con
resignación y tristeza la realidad de que la
mayoría de las personas que se representan a sí
mismos(as) como expertos en la dietética, no son ni
expertos ni nada entienden acerca de las complejidades de la
fisiología del comer o de la psicología del ser
humano— por ello fallan.

Luego de la presencia de un maestro bueno, motivado y
honesto, se necesita un factor motivador, ya que el aprendizaje
sin recompensa tangible es fácil de abandonar. En la
mayoría de los casos, grupos parecen
proveer el incentivo, el soporte y la
motivación con el bono adicional de proporcionar un
sitio en el cual se puede experimentar, ensayar y aun expresar
frustraciones, por la lentitud del progreso, sin temer pasar
vergüenzas.

Se necesita la fe. Fe en que uno puede aprender y fe en
que uno puede perder el peso. Porque, muy a menudo, el entusiasmo
inicial que acompaña el aprender otro idioma como lo es
con el acto de perder de peso, se esfuma, dejándolo a uno
en una ruta solitaria y en un camino difícil.

Cuando un día uno se siente imbuido por la
seguridad
adquirida por logros evidentes; es entonces cuando el deseo de
mantener los éxitos acumulados debe de ser redoblado —
porque sin la persistencia lo que se ha superado se puede siempre
perder.

Hay que seguir practicando el nuevo idioma — hay que
seguir comiendo como estamos supuestos…

En resumen, aprender a hablar otro idioma es el
resultado de un acto volitivo; pero, el perder y el controlar el
sobrepeso, ni es un acto voluntario (el deseo de perderlo
sí lo es) ni está, necesariamente, bajo nuestro
control.

Ahora, para completar esta lección introducimos
nuevos elementos para el
conocimiento de nuestros lectores.

Obestatina, la nueva hormona de
moda

Dr. Félix E. F. Larocca

Casi todos los procesos que
codifican el funcionamiento del organismo están regulados
por hormonas. La
leptina, descubierta en 1994 y con propiedades supresoras
del hambre, fue la primera. Cinco años después fue
descrita la ghrelina, una
hormona con efectos opuestos que aumentaba el apetito y la
ganancia de peso. Los trabajos más recientes se estaban
centrando en la melanocortina, cuya función es
similar a la acción
de la leptina.

Todos estos trabajos han sido hechos en el laboratorio en
animales
experimentales, especialmente en ratas.

Recuerden que, aunque nuestras estrategias de
comer son idénticas a las de otros animales,
principalmente las de las ratas — que nosotros, no somos
ratas — aunque muchos lo disputen exitosamente.

Un estudio que publica recientemente la revista
Science revela la existencia de una
nueva hormona denominada obestatina que viene a completar
este "póquer molecular" implicado en el control del peso y
de la ingesta de alimentos.

La investigación, realizada en la Universidad de
Stamford en Palo Alto CA, ha aprovechado la información contenida en el genoma humano y
en el de otras especies para, mediante técnicas
de análisis bio-informático, descubrir
casi simultáneamente la existencia de esta nueva
molécula, describir sus efectos y el receptor sobre el
que, supuestamente, actúa.

Una ambición muy exagerada…

Según el endocrinólogo Aaron Hsueh, autor
del estudio, la obestatina puede tener
potencial como fármaco supresor del apetito y por
tratarse de un pequeño péptido podría ser
administrada, potencialmente, a los gordos, mediante
inyecciones o incluso "por inhalación nasal" — (la clave
aquí, es que el potencial es virtual, porque aun no se ha
corroborado). De todos modos, Hsueh ha advertido que la hormona
aún no ha sido estudiada en personas y que sólo se
ha investigado en ratones — (Recuerden aquí mi
artículo: Of Mice and Men…Cuando
habláramos del Nuevo Gen de la Gordura).

Siguiendo los pasos de Darwin

Los investigadores concentraron sus desvelos y
entusiasmos científicos en las hormonas
peptídicas, caracterizadas por ser proteínas
de pequeño tamaño, fáciles de fabricar en el
laboratorio y de administrar a los futuros "pacientes" —
que planean reclutar. Este grupo de
hormonas trasmite sus mensajes a las células a
través de un tipo de receptor conocido
genéricamente como receptor acoplado a la proteína
G (RAPG).

De los 300 RAPG que existen en el genoma humano se
seleccionaron aquellos para los que no se conocía ninguna
hormona y de entre ellos los 30 que, de acuerdo a los
investigadores, tuviesen más probabilidades de
corresponder a una hormona peptídica,
basándose en el análisis evolutivo de diferentes
especies, excluyendo la nuestra.

Repetimos, nuestra especie no sería
incluida.

Esa célula
adiposa oculta en su ADN más
secretos acerca de la obesidad que
los que los "expertos" acreditan…

El siguiente paso fue identificar la hormona
correspondiente a cada secuencia genética.
Para ello de nuevo recurrieron a las teorías
evolucionistas centrándose sólo en secuencias del
genoma que hubiesen perdurado sin modificación durante
millones de años, es decir, presentes en animales simples
de crías mamíferas. El razonamiento detrás
de esta estrategia es que
las zonas del genoma que permanecen invariables corresponden a
moléculas con gran importancia y actividad
biológica.

Pues bien, en la misma secuencia genética de la
hormona ghrelina encontraron otra porción de ADN
que codificaba la producción de una proteína que los
investigadores denominaron obestatina. El siguiente paso
fue demostrar si, más allá de la
investigación sobre el genoma, efectivamente
existía esta proteína en animales
cautivos.

Los investigadores aislaron efectivamente la presencia
de obestatina en el estómago y cerebro de ratas.
Para evaluar los efectos de esta nueva hormona la inyectaron en
el abdomen y en el sistema nervioso
de estos roedores. En ambos casos se comprobó que la
administración de obestatina era capaz de
suprimir la ingesta de alimento, sin cuantificar si el hecho de
haber recibido una inyección intraperitoneal era relevante
al hallazgo — así se hace "ciencia".

El eje
ghrelina-obestatina

Este mismo equipo de investigación ha sido capaz
de identificar el receptor para esta hormona y descubrir su
presencia en el estómago, intestino y partes del sistema nervioso
como la hipófisis y el hipotálamo.

Esta investigación, para ellos, demuestra
cómo es posible utilizar los avances hechos sobre el
genoma para identificar nuevas moléculas ayudados por la
informática. Por otro lado, ha descubierto
cómo un mismo gen es capaz de producir en zonas muy
cercanas dos hormonas con acciones
opuestas como son la ghrelina y la nueva obestatina
que ejercerían acciones contrarias en la regulación
del peso corporal — de ratas.

Esta respuesta ni es nueva ni extraordinaria, ya que
existe en casos de obesidad hipotalámica y se conoce por
más de cincuenta años (véase mi
artículo en The Psychiatric Clinics of North
America
). Plus ça change…

Para los investigadores, el hecho de que ambas hormonas
sean codificadas por el mismo gen implica que derivan de un
antepasado común. A lo largo de la historia evolutiva de las
especies habrían aparecido dos hormonas diferenciadas y
con efectos opuestos que regularían el delicado equilibrio
sobre los mecanismos que controlan el peso corporal.

La administración de ghrelina produce
aumento en la ingesta de alimento, disminución en el gasto
energético y, por tanto, ganancia de peso. La
obestatina sin embargo es anorexígena
(disminuye el consumo de alimento), ralentiza el vaciamiento de
estómago e intestino y disminuye la ganancia de
peso.

Lo que aún nada nos enseña de los
mecanismos y la homeostasis
del comer humanos.

C’est la vie!

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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